Hoy me gustaría introducir una perspectiva masculina en el blog, y postear un artículo que creo que os encantará: nuestra experiencia nadando con manatíes en pleno Madrid. Y no me refiero a tener que surcar gente en el metro, sino a la propuesta que tiene Faunia para conocer en persona a estos simpáticos animales. ¡Os aseguro que merece la pena!
Así que, sin más dilación, os dejo con el artículo de Javier, colaborador en la sombra del blog (víctima perfecta para experimentos gastronómicos y cosméticos de todo tipo), periodista de profesión y animal lover declarado:
Visitar Faunia siempre es un placer. Pasear con perritos de las praderas, jugar con los pingüinos mientras bucean o luchar por la posesión de un codiciado botellín de agua con los monos de la selva amazónica son tan sólo algunos de los muchos placeres que el parque de biodiversidad de la Comunidad de Madrid nos lleva ofreciendo desde hace ya casi 13 años. Todo un clásico de la capital que cambió para siempre nuestra concepción de la preservación de la fauna, alejando de nuestra mente la depresiva imagen de aquellos lóbregos zoos de tiempos pasados para brindarnos una interacción con los animales completamente inédita hasta el momento.
En Mi Reino por un Gloss somos fans de Faunia. Es así, no lo podemos evitar. Intentamos ir como mínimo una vez al año, y siempre nos sorprendemos con las novedades que con cierta frecuencia el parque incorpora en sus ecosistemas. Sorpresas que a menudo suelen recibirnos en su espectacular Jungla, probablemente el entorno más conocido de entre todas sus instalaciones, donde pasamos de compartir lluvias torrenciales con los sufridos tucanes e ibis a sumergirnos en la rica biodiversidad amazónica en tan sólo unos minutos. Y fue precisamente ahí, en el siempre impactante túnel desde donde podemos observar maravillados los pacúes, arapaimas y demás fauna acuática sudamericana donde nos enamoramos hace tiempo de una de las criaturas más fascinantes, curiosas y adorables que puedan nadar sobre nuestras cabezas: los manatíes. De cuerpo rechoncho, cabeza a medio camino entre una morsa y un elefante y una cola plana más parecida a la de un castor que al de un mamífero marino, las “vacas marinas” siempre han sido una de nuestras criaturas preferidas. ¿Sabíais que son la explicación científica a los numerosos avistamientos de sirenas que los marinos llevan reportando desde hace siglos? Pues sí, en teoría lo que los no siempre fiables capitanes veían en sus largas travesías no serían bellas jovenzuelas mitad humano-mitad pez, sino a las hembras de manatí amamantando a sus crías. Sí, lo sabemos, a nosotros tampoco nos parece una explicación demasiado convincente, la verdad. Pero el caso es que, gracias a esta anécdota, los manatíes fueron catalogados dentro del grupo de los Sirénidos, al que también pertenecen sus primos los dugongos. Pueden vivir tanto en agua dulce como salada, y por desgracia se encuentran seriamente amenazados debido a la acción del hombre. Se estima que actualmente quedan alrededor de 2.000 manatíes, una cifra preocupante que gracias a los programas de reproducción en cautividad parece haberse estancado (además de darnos la oportunidad de contemplar a estos animales en un entorno controlado y seguro para ellos).
Algunos de estos afortunados son Bruno, Shrek, Fiona y su bebé, cuatro preciosos manatíes antillanos que llevan años arrancando sonrisas a visitantes de todas las edades con su buceo sereno e indiferente. Los manatíes son sin duda una de las estrellas de Faunia, y por ello desde hace un tiempo el parque pone al servicio de todos una actividad verdaderamente interesante: Experiencia con Manatíes, una oportunidad única (no sólo en España, sino prácticamente en todo el planeta) de darles de comer cara a cara y de forma directa. Nada más empezar la actividad lo primero que apreciamos es la dedicación de los cuidadores. En Faunia los encargados de cuidar a los animales son auténticos apasionados que disfrutan con lo que hacen, y en el caso de los manatíes es especialmente evidente. Para ellos alimentar a estos animales es un trabajo, pero también todo un placer. Ya con el neopreno abrochado, y sin ningún otro visitante salvo los propios cuidadores, nos introducimos en el borde de la piscina para conocer a uno de sus residentes más especiales: Bruno. La historia de este manatí es un ejemplo vivo de superación. Bruno (o “Brunete”, como lo llaman cariñosamente sus cuidadores) estuvo años viviendo en unas condiciones realmente lamentables en un conocido zoo marino portugués hasta que finalmente terminó formando parte de la familia de Faunia.
No fue fácil, pero tras meses de intensos cuidados Bruno pasó de rehuir el contacto con otros animales y personas a ser el que más disfruta de la presencia humana, acercándose sin miedo para la hora de la comida y jugando con su pelota atada a una cuerda. Una pequeña malformación fruto de su lamentable estancia fuera de España es todo lo que queda de tan penoso cautiverio.
Bruno es un manatí feliz, y eso es algo que salta a la vista en cuanto le acercas los primeros tallos de lechuga. Los manatíes comen entre el 4% y el 10% de su peso al día. Teniendo en cuenta que el peso medio de estos animales es de media tonelada, eso implica cientos y cientos de kilos de vegetales. Y cómo lo disfrutan. Mientras Bruno come plácidamente, podemos acariciarle la cabeza y el lomo sin ningún problema, llevando cuidado eso sí con no tocarle accidentalmente los ojos. El tacto es duro y rugoso, como el de un pequeño elefante.
Resulta impresionante ver cómo una criatura que lo ha pasado tan mal puede ser tan dócil y simpática, pudiendo acariciarle su morro y boca sin miedo alguno a que te dé un bocado. Imaginaos un gigantesco perro acuático vegetariano con aletas y mucha, mucha hambre. La experiencia da un paso más cuando se nos anima a sumergir la cabeza para escuchar cómo Bruno mastica con deleite su almuerzo. Casi dan ganas de abrazarle para dar un paseo submarino por el tanque. Hasta ese punto es inofensivo.
Alimentar a estos preciosos animales y contagiarse de su apacible personalidad es una experiencia inolvidable y que por supuesto os recomendamos desde Mi Reino por un Gloss. La familia de manatíes de Faunia es todo un tesoro del que todos los amantes de la naturaleza deberían poder disfrutar. Sobre todo porque es el único lugar en Europa y uno de los tres en el mundo donde se puede disfrutar de un contacto directo con estos animales.
Como único punto negativo debemos señalar que el fotógrafo no estuvo presente a la hora de inicio de la actividad, por lo que la posibilidad de llevarnos de recuerdo una foto profesional tomada debajo del agua o con la iluminación adecuada nos fue denegada. Al ser algo que forma parte del servicio, la falta de puntualidad no debería ser una opción en ningún caso.
Exceptuando este fallo, la experiencia no podría haber sido mejor, y por ello desde estas líneas volvemos a recomendaros que dediquéis media hora de vuestra vida a disfrutar de la compañía de estos entrañables amigos acuáticos. No os arrepentiréis.
Para más info y reservas: http://fauniashop.es/experiencia_con_manaties
**Para disfrutar de esta experiencia, cuyo coste es de 29,90 euros por persona, es necesario adquirir además la entrada al parque. Ideal si tienes un Bonoparques.
*** Las fotografías que ilustran este artículo han sido cedidas por Faunia, a quien pertenecen los derechos de autor correspondientes.